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sábado, 3 de noviembre de 2007
El camino de la libertad.
La pintura de Silvia Alvarez se ha ido despojando de referencias figurativas y en la misma medida ha ganado en una mayor libertad.
Los surrealistas sostenían la primacía del mundo desconocido y veían en él un amplio campo para la creatividad, basado, precisamente, en la libertad.
El abandono de apoyaturas formales enfrenta al artista con ese ancho mundo de lo desconocido y lo obliga a ejercer su libertad sin límites. Por ese camino avanza ahora Silvia.
Las obras que ha realizado para esta muestra lo prueban -. Se ha planteado nuevas exigencias.
Por un lado una mayor síntesis bajo esa manera más libre de estructurar la obra. Por otro, un mayor protagonismo del color ya que éste pasa a integrarse como elemento compositivo.
La libertad implica ausencia de normatividad; que no haya otras reglas que las que el propio creador se imponga, sabiendo –al mismo tiempo- que siempre serán provisorias y que estarán al servicio de una búsqueda mayor que es la de hallar en el arte esa porción de verdad siempre inasible que forma parte de la experiencia estética de lo sublime.
Presentar lo impresentable, alegar al contenido ausente, crear formas que siempre producirán tanto en el creador como en el contemplador mezclas de placer y de pena –como nos recuerda Lyotard-. He aquí el duro camino del verdadero artista, que vence la anécdota, que rehúye de los recursos demagógicos, para valerse únicamente de sus percepciones y búsquedas. Silvia Alvarez lo está transitando.
Por Fermín Fèvre
Prólogo de la muestra Naturalezas Vivas
Galería Adriana Indik
Los surrealistas sostenían la primacía del mundo desconocido y veían en él un amplio campo para la creatividad, basado, precisamente, en la libertad.
El abandono de apoyaturas formales enfrenta al artista con ese ancho mundo de lo desconocido y lo obliga a ejercer su libertad sin límites. Por ese camino avanza ahora Silvia.
Las obras que ha realizado para esta muestra lo prueban -. Se ha planteado nuevas exigencias.
Por un lado una mayor síntesis bajo esa manera más libre de estructurar la obra. Por otro, un mayor protagonismo del color ya que éste pasa a integrarse como elemento compositivo.
La libertad implica ausencia de normatividad; que no haya otras reglas que las que el propio creador se imponga, sabiendo –al mismo tiempo- que siempre serán provisorias y que estarán al servicio de una búsqueda mayor que es la de hallar en el arte esa porción de verdad siempre inasible que forma parte de la experiencia estética de lo sublime.
Presentar lo impresentable, alegar al contenido ausente, crear formas que siempre producirán tanto en el creador como en el contemplador mezclas de placer y de pena –como nos recuerda Lyotard-. He aquí el duro camino del verdadero artista, que vence la anécdota, que rehúye de los recursos demagógicos, para valerse únicamente de sus percepciones y búsquedas. Silvia Alvarez lo está transitando.
Por Fermín Fèvre
Prólogo de la muestra Naturalezas Vivas
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